Anonymous es un colectivo en red, heterogéneo y no jerárquico, en el que confluye probablemente de todo. En ese «de todo» habrá sin duda hackers que cometan ilícitos penales, probablemente de hacking blanco o ético, contrario al cracking o hacking negro. Ilícitos en todo caso. Sin duda.

Si detienen a un miembro de un partido político -jerárquico y homogéneo- por pedófilo, nunca consideraríamos que los de ese partido son pedófilos. En cambio, con colectivos que únicamente comparten el icono de una máscara, sí que hacemos esto.

Pues bien, un día en el que parece que se trata de los más peligrosos terroristas, precisamente hoy «doy la cara» de nuevo con unos Anonymous estupendos con los que me encontré en un  foro universitario en la presentación del libro de libertad de expresión en la red.

No tenían nada que ver con Alqaeda, lo puedo asegurar. Y lo podría asegurar el mismo Rafael Sánchez, EGEDA y portavoz de las entidades de gestión en materia de copia privada que también estuvo charlando con ellos y otros estudiantes de la Complutense.

La defensa de la libertad tiene muchas formas, incluso caminos posiblemente equivocados.

Etiquetar y simplificar quizá es necesario en este mundo de vorágine en el que una noticia se agolpa con la siguiente y no queremos ni podemos entender la realidad compleja. Etiquetar Anonymous por terrorismo es un craso error para la libertad.

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